Texto y fotos: Leandro Chacón
El pueblo maya de Sitilpech se ha declarado en resistencia. Niños y adultos han comenzado una batalla legal en contra de una granja de cerdos. El único objetivo es proteger el agua que usan para preparar sus alimentos. Comentan que sino luchan, sus hijos y sus nietos tendrán agua contaminada.
Sitilpech, Izamal, Yucatán.- Hace cuatro años empezó a operar una granja de cerdos en Sitilpech, comisaría de Izamal. El criadero, que tiene por nombre “Kancabchén II”, está a menos de dos kilómetros de este pueblo. Desde el inicio de operaciones de esta fábrica, que forma parte del modelo de aparcería de Grupo Porcícola Mexicano, mejor conocido como Kekén, se ha sentido mal olor. No hay día que no apeste a excremento de cerdo.
“Huele al desperdicio de los cerdos y huele más en la noche y en la madrugada. Según lo que relatan en el pueblo, es cuando los cadáveres de los animales se incineran para que no sean regalados”, me comenta un adolescente sobre el mal olor que invade las casas de este pueblo maya. Debido al mal olor y conscientes de los problemas ambientales que puede ocasionar la granja porcícola, Sitilpech comenzó una lucha para salvar el agua.
Uno de los pobladores de esta comunidad accedió a hablar conmigo bajo el anonimato, esto para salvaguardar su integridad personal y la de su familia, debido a que ha recibido amenazas por parte de gente vinculada a esta granja en los últimos días. El hombre me dijo que el criadero se construyó en un espacio de 500 hectáreas y el dueño del lugar nunca se acercó al pueblo para preguntarle a los pobladores si querían o no la granja.
Mi entrevistado me comenta que él y varios pobladores, quienes hablan bajo el nombre de la agrupación “La esperanza de Sitilpech”, decidieron emprender una lucha legal en contra de la granja de cerdos, luego de que se enteraron que este criadero, que cuenta con un total de seis naves donde se estiman hay 24 mil cerdos, está trabajando en la ampliación del lugar para poder albergar a unos 48 mil cochinos aproximadamente.
El hombre me recalca que él y el resto de los pobladores, se han convertido en protectores del agua que corre debajo de sus pies a través de los ríos subterráneos. Me dice que no es un tema político como piensa la gente, su lucha está con el vital líquido, el cual ocupan para sus actividades diarias. “Como somos un pueblo marginado, la mayoría utiliza el agua para cocinar. Si no se potabiliza el agua, debemos cerrar la granja”.
Una de las mujeres que integran la agrupación mencionada, me explica que el agua que sale de las llaves de las casas proviene del subsuelo. “En la primaria no hay agua limpia para tomar y los niños, cuando se les gaste el agua que llevan, van a tomar agua de la llave y si no está bien tratado, ¿qué es lo que va a pasar?”. Está preocupada porque si la granja crece, el agua estará en riesgo, lo que afectará otras actividades de este pueblo.
“¿Qué pasará con las abejas, con los cultivos, con la tierra y principalmente con el agua y la salud de las personas”, me comenta en el parque principal de Sitilpech, en referencia de que hay gente que siembra maíz, pepino, calabaza y sandía. Además de que otros se dedican a la ganadería y unos pocos a la apicultura. Finalmente, la mujer se cuestiona: “¿Qué beneficios nos traerá? Ninguno, más que la contaminación de aire y agua”.
Batalla por la defensa del agua
Asesorados legalmente por la agrupación “Kanan Derechos Humanos”, el pasado 6 de julio un Juzgado Federal admitió una querella colectiva de Sitilpech, donde 60 niños y 70 adultos interpusieron la demanda de amparo por violaciones a sus derechos ambientales y libre autodeterminación como mayas. “Les preocupó que la granja continúa creciendo y cada vez apesta más”, me dijo Janet Medina Puy, abogada y cofundadora de Kanan.
La demanda es en contra de la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), el Organismo de Cuenca de la Península de Yucatán y el Ayuntamiento de Izamal por incumplir con sus obligaciones de fiscalizar, inspeccionar, vigilar y sancionar la granja de cerdos. “Esto refuerza la idea de que las autoridades estatales siguen concediendo a diestra y siniestra, permisos muy limitados para construir una granja de cerdos, afectando a comunidades”.
La litigante me comenta que la demanda de amparo busca la cancelación de la operación de la granja de cerdos. Sin embargo, “La esperanza de Sitilpech” no quiere la granja: “Lo que queremos es que se clausure, que no haya cerdos porque nos perjudica demasiado. Tenemos ese miedo de que si el agua del pozo no está bien tratada, puede que nos enfermemos porque se va a contaminar. Se van a enfermar niños, adultos, todos”.
Janet Medina me dice que la demanda colectiva busca sentar precedentes que especifiquen qué obligaciones tienen las autoridades en relación con las granjas de cerdos en Yucatán, porque muchas veces no está claro, sobre todo por que la ley tiene vacíos legales y es por este motivo que es importante que se establezca con claridad cuáles son las obligaciones del Gobierno del Estado referente a la industria porcícola.
Sobre la demanda colectiva que interpuso Sitilpech, me dijo que será este mes cuando se realice la audiencia incidental. “Allá se definirá si se concede o no la suspensión definitiva, ya que la provisional se nos negó, pero esperamos la resolución de la suspensión”. En dado caso de obtener la suspensión definitiva, las autoridades se verán obligadas a inspeccionar y revisar qué es lo que está haciendo la granja de cerdos “Kancabchén II”.
Contraataque de la granja de cerdos
Tras darse a conocer la demanda colectiva que realizó Sitilpech, un mes y tres días después vino la contestación legal de la granja. El 9 de agosto pasado presentó una queja para bloquear la admisión del amparo. La cofundadora de “Kanan Derechos Humanos” me dijo que el alegato está cargado de argumentos evasivos, confusos y tergiversados que lo único que busca es que no se lleven a cabo las investigaciones pertinentes.
También busca que no se conceda protección legal al derecho al medio ambiente y que no se sancione el actuar irregular de la granja de cerdos por contaminar y, sobre todo, por no haber consultado a este pueblo maya, lo que es una forma de bloqueo utilizada por este tipo de empresas porcícolas. A través de una llamada telefónica, me dice que este recurso es una preocupación a la lucha que ha impulsado Sitilpech en el último mes.
La preocupación radica en que esta queja, al tener que ser analizada por un Tribunal Colegiado, éste puede decidir que no se debió admitir la demanda con fundamentos obsoletos. “Lo que dicte el Colegiado no se puede revisar ni nada por el estilo”. Janet Medina me dice que el panorama legal es similar al caso de Chapab, donde un Tribunal desechó la demanda luego de que realizó un análisis de la queja de una empresa.
La abogada comenta que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha establecido criterios más novedosos para la protección del ambiente. Señala que debido a que un acto de contaminación puede darse en cualquier momento, las personas están legitimadas para activar el recurso de amparo en cualquier momento, algo que no se respeta, siendo éste el motivo de la preocupación de “Kanan Derechos Humanos”.
Otro preocupación es que temen que la resolución de la queja se de en un tiempo récord, tal y como ocurrió en Chapab. “Esto nos hace pensar que, bajo presión de la empresa, resolvieron en tiempo récord, porque resolvieron en mes y medio, cuando se tarda mucho más en resolver las quejas. Fue extraño y por eso pensamos que es posible que también acá se pueda resolver de manera rápida para favorecer a las empresas porcícolas”.
Debido a que esta es la lectura del grupo defensor, Medina Puy me comenta que dentro de “Kanan Derechos Humanos” están analizando la estrategia legal para impedir que el caso de Chapab se repita en Sitilpech, “porque sabemos que es probable que este Colegiado termine por resolver en contra de los derechos indígenas y en contra del derecho a un ambiente sano”. Ante este panorama, Sitilpech anunció que no cederán.
Resistencia maya en Sitilpech
Como la lucha social de Sitilpech se ha vuelto pública, las amenazas en contra de algunos pobladores no han tardado en llegar. Sin embargo, esto no ha impedido que continúen organizándose para visibilizar el problema ambiental y social que gira en torno a la granja. Ayer organizaron la segunda caminata para expresar su rotundo rechazo a Kekén e invitar a la gente del pueblo a sumarse a su lucha por el bien de la niñez.
“Fuera Kekén”, “El pueblo unido, jamás será vencido”, “Pueblo escucha, Sitilpech está en la lucha”, “Fuera granjas”, estos fueron algunos de los gritos de lucha de niños, jóvenes, adultos, así como personas de la tercera edad. La caminata comenzó en la entrada de este pueblo maya, recorrió varias calles del poblado y terminó en la comisaría, donde varias personas expresaron su sentir y las afectaciones que les ha dejado esta granja.
“Entre los meses de noviembre y diciembre, el mal olor llega mientras estamos en nuestra casa. Ni siquiera contamos con un centro de salud que nos apoye”, indicó un poblador y participante de esta caminata. Otro de los manifestantes dijo: “No sé a ustedes, pero no pasaron a preguntarme a mi casa si quería que se instale una granja. Tampoco me invitaron a trabajar”. Enseguida, habló sobre los problemas que ocasiona el criadero.
“Lo que no te dicen es la cara oscura, lo malo de la granja. Puede producir 25 mil cerdos, pero esa carne ni siquiera es para la comunidad, se va al extranjero y tampoco te dicen que el excremento no se trata” y continuó diciendo que en la granja no tiene una planta de tratamiento de aguas negras. “Ellos no quieren gastar , quieren ganar nada más y esa agua se va a los cenotes, a los ríos subterráneos y es algo que la gente no quiere ver”.
Mientras los mayas de Sitilpech resisten, a unos 10 kilómetros aproximadamente está ubicado el rancho “San Diego Yodzonot”. Durante el siglo pasado fungió como hacienda henequenera. El lugar guarda un tesoro que la gente de Sitilpech sólo ha escuchado y muy pocos han visto. Uno de los integrantes de “La esperanza de Sitilpech” me llevó hacia este tesoro, donde recorrimos un buen tramo de monte para poder apreciarlo.
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El tesoro estaba protegido por árboles de álamo. Mi guía me dice que cuando vemos un álamo, es que debajo de sus raíces hay un cenote, lo cual comprobé. Despejando un poco el lugar pude observar un cenote del cual la gente de Sitilpech sólo ha escuchado y muy pocos han visto. Mientras aprecio la belleza de este cenote y veo las raíces de los álamos conectados con el agua, mi guía me dice: “Por esto es que defendemos el agua”.
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