La familia Fernández es la principal cultivadora de tomates al sur de Mérida, en la subcomisaría Hunxectamán, y durante la pandemia del Covid-19, atravesaron situaciones de pérdidas.
Texto y fotos: Kattia Castañeda
Hunxectamán es una de las nueve localidades de la Reserva Cuxtal, que pertenece a Mérida. Significa “Un conjunto de borregos” y es la más pequeña, ya que viven unas 50 familias, o sea, casi 220 personas, que curiosamente tienen el apellido Fernández.
Desde hace unos 40 años, la pequeña comunidad, ubicada al sur de la capital yucateca, se dedica a la agricultura y no a los borregos que dejaron de ser abundantes por razón desconocida. Fue el señor Carlos Fernández Euán, quien comenzó a sembrar, hasta lograr terrenos llenos de frutos como el tomate, la calabaza, pepino, chile dulce, xcatic y habanero.
El señor falleció en septiembre del 2020 por una negligencia médica, al ser operado. Su esposa, Josefa Cauich Xool, con quien tuvo ocho hijos, cinco hombres y tres mujeres, son los que se quedaron a cargo de las parcelas que se convirtieron en un negocio que emplea a 20 personas de la comunidad y, sí, son familiares. Hay uno que otro que viene de los poblados cercanos.
La familia cuenta que don Carlos, todos los días le gustaba recorrer los campos, incluso de los alrededores de Hunxectamán, pero fue de repente que “cayó”, pues tenía un problema renal. Han pasado ya 4 meses y no verlo, aún duele, pero comenta que no puede “achicopalarse” porque necesita generar ingresos para pagar a los jornaleros y mantener los sembradíos.
El 2020 no fue bueno para el pequeño poblado; también perdió empleos por la pandemia del Covid-19 y parte de sus sembrados con las tormentas “Cristobal”, “Gamma” y “Delta”. Este 2021, tenía la esperanza de que todo mejore, pero tal parece que NO.
Son las siete de la mañana y los jornaleros llegan al huerto de tomates. Con guantes, paliacates, camisetas de mangas largas para protegerse del sol, comienzan la talacha que termina hasta el mediodía o hasta las cuatro o 4:30 de la tarde. Eso sí, con una pausa para comer en la casa de doña “Chepita” que está cerca de la hacienda, donde hay una iglesia en la que cada 3 de mayo veneran a la Santa Cruz.
Y aunque notablemente parecen estar tranquilos, viven con incertidumbre porque no saben si el fruto se venderá. En los mercados principales de Mérida, San Benito y Lucas de Gálvez, no lo compran, los negociantes prefieren el producto de Estados como México, dejándolos sin oportunidad ni apoyo.
Pero, aún así, se arriesgan a sacar todos los días 140 huacales del fruto que últimamente ha enfrentado la plaga de la mosca blanca que le deja manchas y la del “tizón” que marchita la planta. Antes, su producción era de 200 cajas, pero con dichas situaciones, se redujo aproximadamente un 50 por ciento.
David Joel Fernández Cauich, hijo de doña Josefa y esposo de la comisaría de Hunxectamán, Katy Janet Cob Puc, es el que se encarga de comercializar el tomate. Sale a las 4 de la mañana de la comunidad y regresa hasta el mediodía. A veces, más tarde porque trata de que el sueldo de los trabajadores no falte, así como el dinero para mantener vivo el cultivo.
“Lleva unas 100 cajas y a veces trae 40 o 30. En que se publica (en las redes sociales) hay gente que viene de Mérida y otros poblados y se las lleva. Así se va gastando, pero cuesta trabajo”, asegura el hermanito de David, Luis Fernández Cauich que también trabaja los terrenos de su papá.
Alberto Fernández, acompañado de su hijo de 15 años, Sebastián Fernández, lleva un año ayudando en el huerto de tomates, porque perdió su trabajo en Mérida, al igual que su esposa, Lidia Catzín, quien era empleada doméstica, y son testigos de todo lo que han enfrentado sus familiares que nunca han recibido apoyo de las autoridades, a pesar de enviar sus solicitudes.
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Para los Fernández la agricultura es indispensable porque no sólo provee los alimentos que se necesitan para vivir, sino también empleo para sobrevivir. Si quieres adquirir su producto, puedes contactarlos a través de la página de Facebook: Comisaría hunxectaman o al teléfono: 999 378 3213.
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