La pandemia del Covid-19 le quitó su trabajo como “cerillito” a doña Josefina Vázquez, quien para no morir de hambre se tuvo que convertir en “viene-viene”, empleo del que dice es difícil siendo mujer.
Texto y fotos: Leandro Chacón
Mérida, Yucatán.- Josefina Vázquez, viuda de Pérez, como suele presentarse ante la gente, tiene 71 años y debido a la pandemia del Covid-19 perdió su trabajo como “cerillito” en el Walmart de Pensiones. Su marido no le dejó pensión y la necesidad de no morir de hambre hizo que busque trabajo como “viene-viene” en otro supermercado del norte de Mérida.
Ella no es la única que perdió su empleo como “cerillito”, como se le conoce a los empacadores de supermercado. Se estima que unos tres mil empacadores en Yucatán se han visto afectados al no poder trabajar debido a las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias, lo que ha provocado pobreza e incertidumbre en estas personas.
La última vez que doña Josefina Vázquez trabajó como “cerillito” fue el 21 de marzo de 2020. Ese día regresó a su casa, detrás del Hospital Regional Benito Juárez del IMSS, con la idea de que resguardarse era por seguridad, por su salud, pero 10 meses después, da a entender que si el Covid-19 no la lleva con su esposo, el hambre y la pobreza sí lo hará.
“Sí. La verdad sí (he pasado hambre). A veces despertaba y decía: ‘¿Qué hay para comer?’ La respuesta era nada. A veces tomaba café sin azúcar para aguantar el hambre”, confiesa al ser cuestionada si hubo algún día que se quedó sin comer. “Estos meses han sido muy difíciles para mí”, cuenta Josefina con voz pausada y entrecortada para Voces Libres.
La señora dice que los últimos 10 meses el dinero ha hecho falta para tener una vida digna como cualquier otra persona. “Me han cortado el agua. Me he quedado hasta 15 días sin luz porque no he tenido dinero para pagar. También me he quedado sin gas y he debido buscar leña para hacer un poco de ‘arrocito’ o algo para tener en la panza”.
Aunque sus hijos viven, ellos también se quedaron sin trabajo. “Parece mentira, pero cuando yo me quedé sin trabajo, a los dos o tres días despidieron a mi hijo y a mi hija. A todos. A todos nos dejaron sin trabajo”, comenta la viuda de Pérez, quien confiesa que hubo días que no pasaron hambre gracias a la caridad de las personas, quienes les regalaban cosas.
“Ahora sí que teníamos que ver cómo (sobrevivir). Habían días en que le rogábamos a Dios que nos mande ayuda”. Aunque esa ayuda no ha llegado por parte de las autoridades de Yucatán, hace un mes comenzó a trabajar como “viene-viene” en el Walmart donde estuvo el Costco, sin embargo, dice que no ha sido fácil y menos siendo mujer y adulto mayor.
“Viene-viene”: trabajo riesgoso en Mérida
“Es complicado ser ‘viene-viene’ siendo mujer porque hay personas que no nos respetan. Nos tratan muy mal. Una vez me acerqué a un hombre y le dije: ‘Buenas tardes, caballero. ¿Me permite ayudarle con su compra? No quiero, ¡lárgate!’, me dijo. A veces cuando la gente me ve me dice con señas y ademanes que me largue, como si fuera un perro”.
Además de soportar -por el momento- temperaturas superiores a los 30 grados, doña Josefina Vázquez confiesa que hubo personas que le han intentado tirar el automóvil encima. “Tengo que estar atenta para que no me atropellen”. La señora dice que su nuevo trabajo es difícil, pero a pesar de las malas experiencias, es agradecida porque sale para la comida.
“Cuando llego a la casa y veo que tengo 80, 100 o 120 pesos, me pongo feliz y digo: ‘Gracias, Dios porque tengo para comer’. Eso me da aliento para seguir; esas monedas me dan fuerzas para seguir adelante pese a que hay días que llego con dolores de rodilla por estar parada todo el día”, cuenta la viuda de Pérez, quien trabaja de 7:00 a 15:00 horas.
Aunque ella y sus demás compañeros han solicitado a una diputada de Morena que interceda en su caso y los ayude con su reincorporación a los supermercados de Mérida, Josefina Vázquez demuestra su devoción católica y “sólo le ruego a ‘diosito’ que le ablande el corazón a esas personas (autoridades) para que nos devuelvan nuestro trabajo el cual necesitamos”.
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“A veces quisiera tener un trabajo más digno que me de mayor tiempo de vida, ya que siendo ‘viene-viene’ me expongo a convertirme en una ‘carga’ para mis hijos y es algo que no me gustaría que pase”, cuenta la mujer quien dice estar consciente que regresar al supermercado es riesgoso, aunque “la realidad es que todos estamos expuestos al virus”.
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