Fotos: Leandro Chacón
Mérida, Yucatán.- Poco a poco un pequeño grupo de mujeres se empezó a reunir en la Plaza Grande de Mérida. Eran de diferentes edades, coincidían en el color negro de su vestimenta, pero todas iban por una causa social en común: exigir a la Cámara de Diputados lleven a votación los dictámenes relativos a las reformas de la Ley Olimpia y así se reconozca la violencia digital y se castigue con cárcel a quienes difundan material íntimo sexual sin consentimiento, un delito que antes pasaba desapercibido en México.
En ese grupo de manifestantes había activistas del Frente Nacional para la Sororidad Yucatán, así como varias víctimas de violencia digital, popularmente conocido como “pornovenganza”, término que la afectada Emmy Puerto desaprobó: “Ni es porno ni es venganza, es violencia”. La joven, quien se convirtió en activista luego de pasar por un largo camino de dolor tras enterarse que alguien difundió imágenes sexuales sin su consentimiento, comenta que este delito es impune en la entidad, situación que la tiene harta.
Con el micrófono en la mano, la manifestante señala que en Yucatán hay más de 150 casos de víctimas de violencia digital, cuyas carpetas de investigación están vacías, por lo que denunció que la Fiscalía General del Estado (FGE), junto con los diputados federales no están haciendo nada por las mujeres. “Hace más de cinco años que publicaron mis fotografías cuando el delito no estaba tipificado y me hacían sentir que era mi culpa”, comenta con voz entrecortada al frente del contingente y acompañada de su mamá Emma Arteaga.
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Emmy dice que ella y sus compañeras están hartas de que la Fiscalía no haga nada, que siga encubriendo a sus agresores. Hace más de dos años varias víctimas se motivaron y fueron a denunciar, pero hasta la fecha sus casos no han avanzado, sólo han recibido comentarios de que ellas tuvieron la culpa por mandar ese tipo de fotografías. “Pero no es nuestra culpa que sigan lucrando con nuestros cuerpos en páginas donde a diario reciben dinero”, comenta enojada, pero consiente de que en esta lucha no se van a rendir.
Monse, una joven que también es víctima, comenta que este tipo de violencia no es menos que otro tipo de violencia por ser digital. Mientras ella se manifiesta en la Plaza Grande de Mérida, su agresor sigue libre. “Están como si nada porque no tienen un castigo y aunque haya esa ley, seguirá habiendo agresores, pero la diferencia es que serán castigados”. Rodeada de micrófonos y cámaras, la entrevistada dice que día a día hay muchas víctimas luchan por seguir viviendo, por lo que pidió que este tipo de violencia no debe ser minimizado.
Ante varios medios de comunicación, Emmy Puerto denuncia otras irregularidades de las autoridades de Yucatán. Revela que no hay investigación y lo más grave, es que la Policía Cibernética obliga a las víctimas a eliminar pruebas. “Yo perdí pruebas porque me obligaron a eliminarlas y aún veo cómo mis fotografías siguen circulando en chats de WhatsApp. Aún sigo viendo mi cuerpo en páginas web y en los celulares de personas, pero también veo cómo las autoridades no hacen nada al respecto”.
Emma Arteaga, quien también es activista del Frente, apunta que la agrupación lleva un año de operaciones en Yucatán. Comenta que la organización brinda asesoría legal y psicológica gratuita e invitó a aquellas mujeres que han sido víctimas de violencia digital a acercarse al Frente a través de su página de Facebook y perfil de Instagram o llamar al número telefónico: 99-91-27-60-32. En ese sentido, las manifestantes apuntaron que están exigiendo que se apruebe la Ley Olimpia no para ellas, sino para las víctimas que vienen.
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Emmy recuerda el deficiente trabajo de las autoridades estatales y narra lo que vivió en carne propia: “Yo me acuerdo que cuando fui a poner la denuncia, la abogada que llevaba el caso en la Fiscalía me decía que lo que yo tenía que hacer era dejarme de hacer la víctima porque esto me iba a pasar toda la vida”. Lejos de desistir, la joven tiene claro que seguirán luchando para llegar hasta donde las escuchen. “Nuestra herramienta más valiosa dentro del movimiento feminista es la sororidad y la rabia”.