La celda racista para latinos oculta en el Aeropuerto de la Ciudad de México

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En el Aeropuerto de la Ciudad de México hay una habitación estrecha y sin ventanas, que mas bien parece celda de cárcel. Allá estuvieron detenidos, hacinados e incomunicados latinos cuyo único crimen fue no tener perfil de turista.

Texto: Leandro Chacón

Foto principal de contexto: Ximena Natera /IPS

Santiago, Chile.- En la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, hay una habitación estrecha, blindada y sin ventanas que funcionó como celda de cárcel pública. En el interior había decenas de hombres latinos. Estaban detenidos y el único crimen que pesaba sobre su apariencia era no cumplir con el perfil de turista.

Entre todos esos latinos detenidos estaba el poeta chileno Juan Carreño, quien había llegado a la Ciudad de México para trabajar en un proyecto literario en torno a Juan “El Trompo” Carreño, exfutbolista del Atlante de los años veinte y treinta, conocido por meter el primer gol de la Selección Mexicana en un Mundial de Fútbol: Uruguay 1930.

La pesadilla de Juan Carreño y decenas de haitianos, ecuatorianos, chilenos y brasileños empezó en la fila de migración. “Lo primero que hizo el personal de migración fue sacar a todos los negros de la fila y llevarlos a una habitación secreta que tenían. Desde allá noté que algo medio extraño estaba pasando”, comenta para Voces Libres.

Carreño (Rancagua, 1986) había llegado a México el pasado 1 de enero para hacer efectiva una beca que le había otorgado el Ministerio de Cultura de Chile en 2020, viaje que había postergado un año por la pandemia del Covid-19. En la Ciudad de México también debía tomar un taller de escritura creativa en el Claustro de Sor Juana.

Pese al incidente con las personas de color que antes habían sido separadas de la fila de migración, Carreño confiesa que estaba tranquilo de que nada malo iba a suceder, ya que tenía sus documentos en regla, tenía sus cartas de invitación para estar en México y en su pasaporte se podía constatar que era la quinta vez que visitaba el país.

Carreño no había viajado solo. Estaba acompañado por un amigo suyo que es pintor y por otro hombre que era músico, de quien se había hecho amigo durante el vuelo que los tres emprendieron a través de LATAM Airlines. “Estábamos contentos cuando llegamos a México. Aplaudimos como una especie de rito de Año Nuevo”, comenta.

El poeta chileno Juan Carreño estuvo detenido en el Aeropuerto de la Ciudad de México por no cumplir con el perfil de turista.

“Nos preguntaron a qué veníamos y yo les expliqué que veníamos de investigación. Que éramos chilenos y que estábamos investigando sobre la biografía del ‘Trompo’ Carreño. Proyecto literario que tiene que ver con esa paternidad de ponerle a los hijos el nombre del padre, como es mi caso”. Pero ni la explicación impidió la retención de su pasaporte.

Personal de migración lo invita a él y a su amigo pintor a pasar por una revisión en una habitación llena de latinoamericanos “con pintas de campesinos, gente que tal vez pudiese cumplir con un perfil de querer estar en México, pero con intenciones de viajar a Estados Unidos”, recuerda el poeta, autor de “Compro Fierro”.

Dentro de esa habitación, personal de migración obliga a las personas a llenar un papel donde debían escribir los motivos por los cuales visitaban México, si tenían conocidos en el país y cuánto dinero tenían, mientras que otros agentes migratorios inspeccionaban equipajes de mano, así como los teléfonos celulares de todos los latinos detenidos.

Después de un rato de espera, una mujer de migración llama a Juan Carreño y le comenta que no será aceptado en México porque no cumplía con el perfil de turista. Ese mismo mensaje recibieron brasileños, haitianos y ecuatorianos. “Estaban vestidos de pobres y la apariencia jugó muy en contra de esas personas”, comenta.

Además del triste mensaje, migración quería que Carreño firmara un documento de cinco páginas. “Leo el documento y decía que yo mentía con la cantidad de dinero que llevaba, que no tenía los objetivos claros para visitar México. Una calumnia escrita que decía cosas que yo no había dicho e incluso la tipa argumentó que no era escritor”.

Celda inhumana y humillante

“Si ustedes no firman este documento van a quedar marcados y no van a poder ingresar a México durante 10 años”, otro mensaje desalentador que obligó a todos los presentes a firmar el papel. Después de eso fueron trasladados a una habitación estrecha, blindada y sin ventanas en el segundo piso de la Terminal 2 del Aeropuerto de la Ciudad de México.

Allá los esperaba un guardia de seguridad sin identificación, que los obligó a quitarse los cordones de sus zapatos, los cinturones y los hizo pasar a una celda “sin aire acondicionado, cerrada, con colchones manchados y basura en el piso”. Adentro habían haitianos, chilenos, ecuatorianos, brasileños, todos bajo la misma categoría de no turista.

Juan Carreño recuerda que dentro de esa celda había un baño que debían mantener cerrado porque expedía un olor desagradable y “acá los protocolos de higiene valieron verga”. En esa celda insalubre e inhumana, los haitianos llevaban 36 horas detenidos. “Eran personas educadas, personas que se notaba que no eran delincuentes”.

El guardia de seguridad privado, quien nunca reveló su nombre, les comentó que todos los que estaban en ese lugar era porque “de seguro habíamos cometido algún crimen en nuestros países de origen”. “No había ningún cargo por llevar droga o traficar cosas ilegales, estábamos allá por no cumplir con el perfil de turista para México”.

Además de la humillación por parte de migración, el miedo del Covid-19 era latente y al menos para Juan Carreño y su amigo pintor, descansar les costó mucho. “Todos los protocolos de higiene, el uso de mascarilla y toda esa chingadera se fueron al carajo en el momento en que entramos a esa celda, donde no sabíamos si era de día o de noche”.

Carreño dice que un comentario del guardia privado podría explicar por qué el personal de migración no lo dejó entrar a México: “Le dijimos que éramos artistas. Yo era escritor, mi amigo pintor y el otro era músico. Pero él nos contestó que México no necesitaba artistas, lo que México necesitaba era turistas y no personas como nosotros”.

El 2 de enero pasado, después de más de 20 horas encerrados, “nos vinieron a buscar para que viajemos en LATAM los mismos siete hombres que llegamos”. “Ni siquiera nos dejaron lavarnos los dientes y sin cordones en los zapatos, sin pasaportes y con toda la pinta de criminales, fuimos escoltados por guardias de seguridad para abordar el avión”.

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Juan Carreño regresó a Chile el pasado 3 de enero donde recuperó su pasaporte y su teléfono. Aunque no traga la amarga experiencia, es crítico: “Ahora México es el que no está dejando pasar gente, es como una versión de los gringos con sus fronteras. Da pena lo que pasó, es como si tu propia familia no te dejara entrar a casa”.

Esta nota fue pensada y elaborada por el equipo de Voces Libres. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.

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