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Gaby, sobreviviente de un accidente que pensó ser un sueño

Elsa Gabriela Quijano Navarrete, quien tiene 29 años, es sobreviviente del accidente ocurrido el 30 de julio en el Anillo Periférico, entre un colectivo de la ruta Dzununcán y un tráiler. Por un momento, pensó que todo era un sueño, pero no. Terminó con una costilla rota, el hueso de su pierna izquierda expuesta, rodeada de varios cuerpos y sangre.

Texto y fotos: Kattia Castañeda

Mérida, Yucatán.- Los restos de la vagoneta del transporte público impactada el pasado 30 de julio por un tráiler en el kilómetro 9+500 del Anillo Periférico, ahí permanecen. Los tenis de Elsa Gabriela Quijano Navarrete, también. Una casita color rosa y una vela que se va consumiendo, recuerda a las ocho personas que fallecieron tras el fuerte golpe que tampoco olvida Gaby, como le gusta que le digan. 

Después de su operación en su pierna izquierda, no creía que estuviera con vida. Tuvo que regresar al sitio del accidente para sacarse la duda de que no era un “fantasma” y recuperar la tranquilidad y paz. Un psicólogo y un amigo apoyaron la dura decisión que le recordó cada detalle del día.

Gaby es madre de tres niñas. La mayor tiene 14, la intermedia, 13 y la menor, ocho. Ellas la ayudan en el quéhacer.

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En la puerta de la casa que le prestaron para moverse en “libertad” con la silla de ruedas, ahí en Dzununcán, Gaby menciona que tiene 29 años, es madre soltera y que le es difícil olvidar el 30 de julio, mes con el índice más alto de fallecidos por accidentes viales, en los que están involucrados unidades de transporte público, de acuerdo a datos de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP). 

Hay noches que no puede dormir, sólo se la pasa dando vueltas, y vueltas, y recordando ese viernes, cuando fue al mercado San Benito a comprar grasa de cerdo para hacer manteca y venderla. “Me subí a la combi como de costumbre y empecé a venir (a la colonia Dzununcán) y nos dimos cuenta que el chofer ya no estaba respetando los señalamientos. Yo cerré mis ojos; como que me dormí”.

Cerca a su destino, el combista identificado como R.G.S.M. de 45 años, dio una vuelta brusca: “Me asusté y decidí despertarme. Él se iba a estrellar creo que con el puente. Yo agarré y pregunté: ‘¿qué pasa?’”. Recuerda que el taxista se metió en el camino del trailero G.S.C.B., de 22 años, y dijo: “Ya me cargó. Dios te doy mi vida y usted me va a ayudar. Y cerré los ojos”.

Esta casita recuerda a las ocho personas fallecidas en el accidente entre la combi de la ruta Dzununcán y un tráiler.

Lo primero que sintió fue un fuerte golpe en el pecho, una muchacha se le cayó encima, y otro en la costilla izquierda. Después escuchó y vio como el vehículo que compartía junto a otras 10 personas, se arrastraba y dio dos volteretas, hasta quedar en una hondonada y entre maleza. Sus compras y sus tenis se perdieron, pero en ese momento poco importaron. “Como siempre digo: ‘Gaby perdió su mercancía, Gaby perdió su dinero, pero lo que Gaby no perdió, fue su vida’”.

“Muchos dicen que el taxista fue el que abrió la puerta y salimos. Yo salí rodando y al caer, las gentes se fueron encima de mí. Pensé que sólo era un sueño, pero no. Veía tanta gente, tanta sangre. No podía respirar”, relata la accidentada.

Gaby no quería dar lástima

La joven madre se fracturó la costilla y el hueso de su pierna izquierda, se expuso. La operaron en el Hospital O’Horán, pero esto ocurrió 15 días después del daño, cuando su hermana Laura donó sangre y su ex esposo, pagó. Le colocaron una placa y cuatro clavos que están causándole dolor; cree que son grandes para su cuerpo. Ella es delgada.

Gaby no sabe el monto de su operación, pero asegura que los medicamentos que le recetaron son costosos y no puede pagarlos porque no tiene trabajo. Su hija intermedia, de 13 años, es la que apoya a una vecina vendiendo carne para tener unos “centavos”, pero no alcanza. Familiares, conocidos y ciudadanía se han solidarizado con ella, pero los gastos continúan surgiendo: citas, radiografías y quizá una nueva cirugía, pero los médicos no lo han confirmado. 

“No me hallo, estoy acostumbrada a trabajar, a ganar mi propio dinero. Yo no quería dar lástima. Se pensó que se iba a hacer cargo el del tráiler y de la combi, pero ninguno. Y ahora, necesito ir a sacar mis placas, pero no tengo”, dice.

Gaby dice que está agradecida por haber sobrevivido el accidente, sin embargo, no puede olvidar ese día.

El miércoles 11 de agosto, familiares de las víctimas y vecinos se organizaron y cerraron la entrada de la comisaría de Dzununcán. Con pancartas y visiblemente enojados, hicieron un llamado al Frente Único de los Trabajadores del Volante (FUTV) para que se haga cargo de los gastos, puesto que los sobrevivientes, entre ellos Gaby, señalan que el conductor de la combi fue el responsable del accidente. 

En cuanto al joven del tráiler lo vincularon a proceso el dos de agosto por los delitos de homicidio, lesiones que ponen en peligro la vida y daño en propiedad ajena, pero su situación será definida en los próximos meses; horas antes del incidente, volcó una vagoneta que transportaba químicos en la carretera Mérida-Cancún y -por razones desconocidas-, un agente de la Guardia Nacional, lo dejó continuar su camino. 

En los primeros 212 días del año, es decir, de enero a agosto, se han contabilizado 111 trágicos accidentes de tránsito. A comparación del 2020, año en el que la pandemia del Covid-19 se propagó por todo el mundo, hubo un aumento del 32.9 por ciento. El número de personas fallecidas, igual creció un 16.8 por ciento. Julio es el que más casos tuvo, 21 y ocho de ellos son los que fallecieron en el incidente.

El pie izquierdo de Gaby tuvo que ser operado. Le colocaron una placa y cuatro clavos que, a su parecer, son muy grandes.

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Gaby requiere apoyo y si está en tus posibilidades, puedes comunicarte al número: 9993898459 o visitarla en el predio, ubicado en la calle 193, lote 25, entre 84 y 82, colonia Dzununcán. 

Esta nota fue pensada y elaborada por el equipo de Voces Libres. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.

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